La literatura, como arte y como disciplina, supone un compromiso con la creación y el conocimiento. Una integración entre valores estéticos y políticos que sitúan al lector, del mismo modo que al escritor, como un sujeto creador, consciente de sus necesidades no solo educativas sino también comunicativas, que los convierte además en agentes constructores de cultura y sociedad. La obra de arte, jamás completa, es para la actualidad una expresión global: el autor no es su creador absoluto. Para Eco, cualquier receptor puede participar de ella, de su sentido, de su interpretación y de la manera en la que impacte. El lector, su momento y su lugar en el mundo, le dan nuevas significaciones a través de un placer estético activo, encaminado no solo a concebir el ideario de libertad que busca toda obra, sino también a fundar el de apertura y solidaridad artística, ética y social.